Foto de portada: Dos Parabas Frente Roja (Ara rubrogenys), en Omereque la Viña, Bolivia. Foto: Jennifer Cahill
Las estrategias de conservación de la biodiversidad están evolucionando. De la preservación de grandes espacios naturales ahora el desafío es la identificación y protección de espacios pequeños pero significativos. “En el pasado se procuraba reservar grandes espacios, hoy en día la mirada está en áreas más reducidas pero que también contribuyen a proteger la naturaleza, haciendo que la conservación esté por todo lado”, explica Jennifer Cahill, docente investigadora especializada en aves, ecología y conservación en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba.
Un ejemplo de éstos espacios más pequeños son las Áreas Clave para la Biodiversidad o KBAs (por su nombre en inglés Key Biodiversity Areas). Esta nueva aproximación implica oportunidades para la gestión y conservación en una mayor variedad de sitios, identificados además para especies o ecosistemas particulares, y como un complemento a las áreas protegidas nacionales. “Pese a que tenemos, en Bolivia, grandes áreas protegidas como nuestros parques nacionales, las poblaciones silvestres de flora o fauna de mayor interés para la conservación no siempre se encuentran allí. Habitan también otros sitios que requieren urgentemente medidas de conservación o gestión”, señala la experta en entrevista con Armonía.
Las KBAs son además una estrategia que involucra a la comunidad y este es un factor clave para el éxito de la conservación. “No pueden ser áreas de conservación sin la gente. Obviamente es posible proteger la biota de manera independiente, pero el verdadero reto es lograrlo con la gente, pues es su territorio”, comenta la experta. La comunidad debe apropiarse de la importancia de proteger la biodiversidad, su valor y los servicios ecosistémicos que brindan. Cahill subrayó la necesidad de que la gente se preocupe por las generaciones futuras y tome medidas de conservación que contribuyan a largo plazo.
“Yo creo que las KBAs pueden llegar a sensibilizar a todas las personas, de tal manera que adopten acciones, conocimientos, responsabilidad, e incluso sentimientos positivos hacia la biodiversidad para un futuro que posiblemente va a ser un poco más difícil”, afirma. Entre las amenazas que se vienen, según Cahill, la disminución del recurso hídrico y la contaminación son, quizá, las más serias. Ella enfatiza que es necesario despertar esa sensibilidad en beneficio de nuestro propio futuro y las KBAs han tomado ese reto.
Bolivia está dentro de los 10 países que reúnen la mayor diversidad de aves del mundo, esto es producto de la variedad de ecosistemas que posee el país. Entre todas estas especies de aves también existen especies endémicas, es decir, especies que solo se encuentran en Bolivia o que habitan regiones muy pequeñas, especialmente en los ecosistemas a lo largo de los Andes. Como ejemplo, Cahill señaló a una especie propia de la región andina de Cochabamba, la “Monterita cochabambina (Poospiza garleppi)”. Al respecto, la investigadora enfatizó la importancia de monitorear estas especies endémicas y conservar su hábitat dado que, solo se encuentran en estos sitios y son muy vulnerables a la extinción.
Al igual que en otras regiones del mundo, las aves en Bolivia enfrentan diversas y serias amenazas. La pérdida de hábitat es la principal preocupación. Causada por la conversión de tierras para la agricultura o ganadería, la pérdida de hábitats naturales no solo conlleva la reducción de los espacios para la biodiversidad, si no, provocan la fragmentación y pérdida de conectividad entre las poblaciones silvestres. La investigadora mencionó además otras amenazas importantes, como la cacería no regulada o por retaliación, el mascotismo, el tráfico de vida silvestre y el fuego descontrolado, importantes no solo en la región alto andina, si no, en tierras bajas. Ésta última amenaza tiene un impacto negativo severo especialmente en las aves y en la época de su reproducción, que ocurre una vez al año aproximadamente a partir de octubre, debido a que las aves tienden a no abandonar sus nidos ante las llamas.
Las aves brindan servicios ecosistémicos en beneficio de las personas
Foto: La bióloga Jennifer Cahill en trabajo de campo en el Parque Nacional Carrasco. Jennifer Cahill.
Las aves desempeñan roles fundamentales en los procesos propios de los ecosistemas naturales, como la dispersión de semillas, la depredación de insectos y la polinización cruzada de una amplia variedad de plantas. Estos procesos se traducen a su vez en beneficios directos en la productividad agrícola, por ejemplo, con el control de plagas agrícolas y la fecundación cruzada de frutas y vegetales. Así también, favorecen la regeneración de la vegetación y los bosques. Del mismo modo, las aves carroñeras contribuyen en la eliminación de cuerpos de otros animales muertos en los campos, favoreciendo la prevención de algunas enfermedades de especial importancia para la ganadería y los humanos.
“Cuando el ecosistema está bien conservado, todas las especies tienen sus roles, y al integrarse correctamente el ser humano en estos ecosistemas, puede recibir múltiples beneficios, siempre y cuando también juegue un papel activo en la conservación de la naturaleza en general”, explica Cahill.
October Big Day: Una actividad global para la conservación de aves
La docente investigadora Jennifer Cahill compartió también su perspectiva sobre el significado del “October Big Day” o “Global Big Day” para la conservación de aves y, por qué no, para las KBAs. Destacó la creciente participación de la comunidad en esta actividad a lo largo de los años, especialmente entre la gente joven.
“Para ser un observador de aves, no tienes que ser un biólogo, simplemente una persona que gusta de las aves y la fauna silvestre. Las puedes registrar y es un ejercicio muy interesante al aire libre. Uno se va familiarizando con la actividad y las especies, y esto se convierte en una especie de reto”. Para Cahill, el mensaje de esta actividad es: “Aprecia a las aves y a la biota en su estado silvestre. Ve al lugar para tener un impacto positivo en la comunidad. No traigas la vida silvestre a tu casa, ve a estudiarlas al sitio donde ellas pertenecen.”
En el contexto científico, la ecóloga enfatizó la necesidad de fomentar e impulsar la investigación, recopilar más datos y observar en mayor profundidad a las aves, como también llevar a cabo censos en diversos sitios. “Estudiar una especie amenazada implica también investigar su hábitat, ya que este puede ser un ecosistema esencial con requerimientos específicos para el bienestar de las aves”.
Sin duda el panorama que nos ilustra la doctora Cahill, acerca de esta nueva aproximación para la conservación de la biodiversidad de Bolivia, implica desafíos importantes, no obstante las KBAs ofrecen una valiosa oportunidad para la protección del patrimonio natural de todos los bolivianos. Tomando como ejemplo a las aves nativas, logrando que la gestión y la conservación de la biodiversidad sea compatible con el desarrollo de la gente, seremos capaces de asegurar nuestro futuro y el de las futuras generaciones.