Foto de portada: Los Llanos de Moxos, extensas sabanas del departamento del Beni. Reserva de la Paraba Barba Azul. Foto: Teodoro Camacho, Armonía
La conservación no es solo una cuestión romántica de preservar especies, sino un acto vital para mantener el equilibrio ecológico que sustenta la vida en el planeta. Este es el mensaje de una entrevista con el biólogo Gustavo Rey-Ortiz quien destaca la crucial importancia de las áreas de conservación, tanto las Áreas Protegidas nacionales y subnacionales, las Áreas Clave para la Biodiversidad KBA (por su nombre en inglés) y otras iniciativas similares, en la protección de la biodiversidad y el sostenimiento de los ecosistemas.
“Por muchos años, la gente ha visto estos espacios como lugares ajenos, donde solo se cuidaban animales o plantas, sin entender que todos nos beneficiamos de ellos, ya sea que vivamos ahí, cerca o lejos. Tenemos los beneficios de las funciones ambientales, incluida la regulación del ciclo hidrológico, que no solo es a nivel local, sino también regional. Por ejemplo, lo que suceda en nuestra Amazonía puede afectar las lluvias en partes de la cordillera o de los valles. La retención de agua, purificación del aire, entre otras”, explica.
Gustavo Rey tiene experiencia en el manejo de recursos hidrobiológicos y trabajo junto con las comunidades locales en Bolivia. Desarrolló estrategias para la gestión integral de ecosistemas, considerando la gestión de áreas protegidas, humedales y recursos naturales. Subraya cómo las áreas protegidas actúan como santuarios para una rica variedad de seres vivos.
Bolivia tiene una variedad única de ecosistemas y especies debido a su geografía; y las Áreas Clave para la Biodiversidad (KBA), aparte de ser los lugares más importantes para la conservación a largo plazo de las especies y ecosistemas más vulnerables y únicos, desempeñan también roles fundamentales en la la provisión de servicios ecosistémicos esenciales como la regulación del ciclo hidrológico, la purificación del aire o la provisión de alimentos y materias primas, entre otros.
Foto: El biólogo Gustavo Rey realiza un monitoreo pesquero en Cachuela Esperanza (Beni).
Rey califica a Bolivia como “pionera en la región” al implementar la gestión participativa de las áreas protegidas, donde los actores locales son parte de la planificación territorial y operativa de estas áreas. Señala que el compromiso boliviano se refleja en la creación de 23 áreas protegidas nacionales, más de 85 áreas protegidas subnacionales y 11 humedales declarados como de importancia internacional (sitios Ramsar). Bajo este escenario las KBAs son también una oportunidad para impulsar acciones de conservación y gestión tanto en las áreas protegidas como en otros sitios junto con las comunidades locales.
“En 2010 y 2012 fuimos pioneros con la promulgación de la Ley de los Derechos de la Madre Tierra y la Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien, que reconocen legalmente los derechos de la naturaleza y establece un marco integral para la conservación, el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Esta ley, única en su género, refleja el camino que Bolivia comenzó a recorrer respecto al tema de conservación de la biodiversidad”, señala. Además, destaca que esas normativas reconocen los principios del desarrollo económico-social de los actores, sus conocimientos y saberes.
Bolivia también es parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), y la Convención sobre los Humedales Ramsar, que es el tratado intergubernamental, adoptado en la ciudad iraní Ramsar, para la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos.
“Bolivia se destaca en la conservación de la naturaleza gracias a su enfoque legal innovador, su amplio sistema de áreas protegidas, su compromiso con los acuerdos internacionales y su promoción de prácticas sostenibles en el uso de los recursos naturales. Estos esfuerzos combinados reflejan la importancia que el país otorga a la protección de la biodiversidad y al bienestar de la Madre Tierra”, recalca Rey.
A pesar de los avances, el biólogo señala que los desafíos financieros continúan siendo un obstáculo para la gestión efectiva de las áreas de conservación en Bolivia. La falta de recursos económicos adecuados puede limitar las operaciones de patrullaje, investigación y educación ambiental. Sin embargo, el proceso de actualización de las KBA en Bolivia, que se lleva a cabo actualmente, presenta una oportunidad para abordar estas limitaciones y fortalecer la gestión de la biodiversidad.
“Las áreas protegidas no solo actúan como refugios para una gran diversidad de especies, sino que también son esenciales para el mantenimiento de los ecosistemas saludables que sustentan la vida en general”, enfatiza Rey.